Las renovables reciben tres veces más dinero por unidad de energía que los combustibles fósiles.
Wall Street Journal, Nov 11, 2013
http://online.wsj.com/news/articles/SB10001424127887324432404579051123500813210
Wall Street Journal, Nov 11, 2013
http://online.wsj.com/news/articles/SB10001424127887324432404579051123500813210
Excerpts:
A finales de este siglo, con los actuales compromisos, esos esfuerzos de los españoles habrán retrasado el impacto del calentamiento global por unas sesenta y una horas, según las estimaciones del reputado modelo dinámico integral económico-climático de la Universidad de Yale. ¿Cientos de miles de millones de dólares para sesenta y una horas adicionales? Es un mal negocio.
Pero cuando se critican esos ineficientes subsidios verdes, pueden estar seguros de que los defensores señalarán que el planeta subsidia los combustibles fósiles aun más. No deberíamos hacerlo con ninguno. Pero la desinformación que rodea los subsidios energéticos es considerable y ayuda a impedir que el mundo tome medidas razonables.
Tres son los mitos de los subsidios de combustibles fósiles que vale la pena desmontar. El primero es la alegación [...] de que los EE UU subsidian más los combustibles fósiles que la energía verde. No es así.
[Se estima]
que en 2010 [esos] subsidios alcanzaron los $4000 millones anuales. Esto
incluye $240 millones en inversiones para instalaciones de carbón
limpio [que a este traductor no le parece algo muy alejado del rollito
verde]; [y] una deducción de gastos sobre la amortización de equpos de
control de la polución [algo que los verdes deberían aplaudir, no?].
Las fuentes renovables recibieron más del triple de esa cifra, unos $14
000 millones. En todo esto no consideramos $2500 millones para energía
nuclear [que ahorra emisiones de CO2].
Aun más de lo que parece, es mayor el sesgo real del gasto a favor de la energía verde. Ya que las turbinas eólicas y otras fuentes renovables producen mucha menos energía que los combustibles fósiles, los EE UU están pagando más por menos. La electricidad que se obtiene a partir del carbón se subsidia a un 5% de un centavo por cada kWh producido, mientras que la eólica recibe cerca de un centavo por kWh. Para solar, el coste para el contribuyente es de 77 centavos por kWh.
Los críticos de los subsidios de combustibles fósiles, como el científico climático Jim Hansen, también indican que el inmenso tamaño de los subsidios globales es evidencia del poder que sobre los gobiernos tienen las compañías de combustibles fósiles y los escépticos del cambio climático. [En opinión de este traductor, Jim está mayor.]
[Estos] subsidios globales exceden los de las renovables en dólares nominales — $523 miles de millones sobre $88 miles de millones [para las renovables], según la International Energy Agency. Pero la disparidad se revierte cuando la proporción se toma en consideración. Los combustibles fósiles suponen más del 80% de la energía global, mientras que la moderna energía verde supone cerca del 5%. Esto significa que las renovables reciben aun tres veces más dinero por unidad de energía.
Pero mucho más importante, los críticos ignoran que estos subsidios de combustibles fósiles pertenecen casi exclusivamente a países no occidentales. Doce de tales naciones son responsables del 75% de los subsidios globales de tales combustibles. Irán es el primero con $82 000 millones anuales, seguido por Arabia Saudí con $61 000 millones. Rusia, India y China presupuestan entre $30 000 y $40 000 millones y Venezuela, Egipto, Iraq, Emiratos Árabes Unidos, Indonesia, México y Argelia son el resto.
Aun más de lo que parece, es mayor el sesgo real del gasto a favor de la energía verde. Ya que las turbinas eólicas y otras fuentes renovables producen mucha menos energía que los combustibles fósiles, los EE UU están pagando más por menos. La electricidad que se obtiene a partir del carbón se subsidia a un 5% de un centavo por cada kWh producido, mientras que la eólica recibe cerca de un centavo por kWh. Para solar, el coste para el contribuyente es de 77 centavos por kWh.
Los críticos de los subsidios de combustibles fósiles, como el científico climático Jim Hansen, también indican que el inmenso tamaño de los subsidios globales es evidencia del poder que sobre los gobiernos tienen las compañías de combustibles fósiles y los escépticos del cambio climático. [En opinión de este traductor, Jim está mayor.]
[Estos] subsidios globales exceden los de las renovables en dólares nominales — $523 miles de millones sobre $88 miles de millones [para las renovables], según la International Energy Agency. Pero la disparidad se revierte cuando la proporción se toma en consideración. Los combustibles fósiles suponen más del 80% de la energía global, mientras que la moderna energía verde supone cerca del 5%. Esto significa que las renovables reciben aun tres veces más dinero por unidad de energía.
Pero mucho más importante, los críticos ignoran que estos subsidios de combustibles fósiles pertenecen casi exclusivamente a países no occidentales. Doce de tales naciones son responsables del 75% de los subsidios globales de tales combustibles. Irán es el primero con $82 000 millones anuales, seguido por Arabia Saudí con $61 000 millones. Rusia, India y China presupuestan entre $30 000 y $40 000 millones y Venezuela, Egipto, Iraq, Emiratos Árabes Unidos, Indonesia, México y Argelia son el resto.
Estos subsidios no tienen nada que ver con intentar congraciarse con compañías petroleras o con regalar a los escépticos del calentamiento global. Este gasto es una forma de que estos gobiernos compren estabilidad política: en Venezuela, la gasolina se vende a 5.9 centavos el galón [el galón son 3.8 litros], lo que cuesta al gobierno unos $22 000 millones anuales, más del doble de lo que se gasta en sanidad.
Un tercer mito lo difunde un reciente informe del IMF, "Reforma de los subsidios energéticos — Lecciones e implicaciones" ("Energy Subsidy Reform—Lessons and Implications"). La organización anunció en marzo que había descubierto unos $1.4 billones de subsidios a los combustibles fósiles que nadie había visto. De esa cifra, alega el informe, $700 000 millones vienen del mundo desarrollado. [Este traductor está parcialmente de acuerdo con el informe del IMF y cree que Lomborg yerra al no mencionar lo positivas que son muchas de las valoraciones y recomendaciones del informe. Los subsidios en países no desarrollados son una salvajada para esas economías, además de que benefician en igual proporción a todos los consumidores, es decir, benefician también a quienes no los necesitan, como los jerarcas del partido dominante o los crazy mullahs. Otra cosa es lo que comenta Lomborg, que es muy razonable IMHO: el rollo este de estimar costes que deberían ser impuestos y encima los suben más que los locos de Bruselas y que al no ser recaudados los meten en la línea de subsidios.]
La gasolina y el diesel en los EE UU por sí solos son cerca de la mitad de esos $700 000 millones que el IMF dice son subsidios. La gasolina y el diesel deberían tener impuestos más altos, dice el informe, así que el IMF cuenta tales impuestos no impuestos como "subsidios" [este traductor barrunta que estas ideas tan brillantes pudiera ser que surjan de la propia Administración Federal porque casan con las líneas, o más bien sinuosas curvas, del razonamiento de gente con la preparación del Community Organizer in Chief]. Así, la polución del aire amerita un impuesto de 34 centavos/galón, según los modelos del IMF, mientras que los accidentes de tráfico y la congestión deberían añardir cerca de $1 por galón.
Además debería haber un IVA del 17% como en otros países, según el IMF, o cerca de $0.80/galón [es fácil de engordar esta estimación, el gobierno español puede sugerir el vigente 21%]. La suma que tales impuestos recaudarían, $350 000 millones, se tratan como un subsidio.
[Esto tiene varios problemas.] La organización asume un coste social del CO2 de cinco veces el que actualmente emplea la Unión Europea. Los daños atribuidos a la polución del aire son 10 veces mayores que las estimaciones de la Unión Europea. ¿Y qué tienen que ver los accidentes de tráfico con los subsidios a la gasolina?
Por último, el IMF ignora en la práctica los 49.5 centavos de impuestos sobre el galón de gasolina que el consumidor americano paga realmente. Los modelos cancelan, inexplicablemente, este impuesto con un "coste internacional de envío" [por mar, oleoductos, etc.]. Pero incluso si Vd acepta las estimaciones del IMF de los costes de la polución y el IVA al estilo europeo, el total que dice el IMF que no se recauda se reduce a solo 44 centavos/galón — menos que los impuestos reales en los EE UU por cents/galón. [...]
Información inexacta como esta perjudica innecesariamente la toma de politicas públicas. Estoy a favor de terminar con los subsidios globales de combustibles fósiles — y con los subsidios a las energías verdes. Subsidiar energías verdes de primera generación, ineficientes, hace a los acomodados sentirse bien consigo mismos, pero no transformará los mercados energéticos.
[...]
El Dr. Lomborg, director del Copenhagen Consensus Center, es el autor de "How Much Have Global Problems Cost the World? A Scoreboard from 1900 to 2050" (Cambridge, 2013).
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Translation to Catalan: http://www.bipartisanalliance.com/2013/11/lenergia-verda-es-la-realment.html. By Un Liberal Recalcitrant
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Green Energy Is the Real Subsidy Hog. By Bjorn Lomborg
Renewables receive three times as much money per energy unit as fossil fuels.
Wall Street Journal, Nov 11, 2013
http://online.wsj.com/news/articles/SB10001424127887324432404579051123500813210
For 20 years the world has tried subsidizing green technology instead of focusing on making it more efficient. Today Spain spends about 1% of GDP throwing money at green energy such as solar and wind power. The $11 billion a year is more than Spain spends on higher education.
At the end of the century, with current commitments, these Spanish efforts will have delayed the impact of global warming by roughly 61 hours, according to the estimates of Yale University's well-regarded Dynamic Integrated Climate-Economy model. Hundreds of billions of dollars for 61 additional hours? That's a bad deal.
Yet when such inefficient green subsidies are criticized, their defenders can be relied on to point out that the world subsidizes fossil fuels even more heavily. We shouldn't subsidize either. But the misinformation surrounding energy subsidies is considerable, and it helps keep the world from enacting sensible policy.
Three myths about fossil-fuel subsidies are worth debunking. The first is the claim, put forth by organizations such as the Environmental Law Institute, that the U.S. subsidizes fossil fuels more heavily than green energy. Not so.
The U.S. Energy Information Administration estimated in 2010 that fossil-fuel subsidies amounted to $4 billion a year. These include $240 million in credit for investment in Clean Coal Facilities; a tax deferral worth $980 million called excess of percentage over cost depletion; and an expense deduction on amortization of pollution-control equipment. Renewable sources received more than triple that figure, roughly $14 billion. That doesn't include $2.5 billion for nuclear energy.
Actual spending skews even more toward green energy than it seems. Since wind turbines and other renewable sources produce much less energy than fossil fuels, the U.S. is paying more for less. Coal-powered electricity is subsidized at about 5% of one cent for every kilowatt-hour produced, while wind power gets about a nickel per kwh. For solar power, it costs the taxpayer 77 cents per kwh.
Critics of fossil-fuel subsidies, such as climate scientist Jim Hansen, also suggest that the immense size of global subsidies is evidence of the power over governments wielded by fossil-fuel companies and climate-change skeptics. Global fossil-fuel subsidies do exceed those for renewables in raw dollars—$523 billion to $88 billion, according to the International Energy Agency. But the disparity is reversed when proportion is taken into account. Fossil fuels make up more than 80% of global energy, while modern green energy accounts for about 5%. This means that renewables still receive three times as much money per energy unit.
But much more important, the critics ignore that these fossil-fuel subsidies are almost exclusive to non-Western countries. Twelve such nations account for 75% of the world's fossil-fuel subsidies. Iran tops the list with $82 billion a year, followed by Saudi Arabia at $61 billion. Russia, India and China spend between $30 billion and $40 billion, and Venezuela, Egypt, Iran, U.A.E., Indonesia, Mexico and Algeria make up the rest.
These subsidies have nothing to do with cozying up to oil companies or indulging global-warming skeptics. The spending is a way for governments to buy political stability: In Venezuela, gas sells at 5.8 cents a gallon, costing the government $22 billion a year, more than twice what is spent on health care.
A third myth is propagated by a recent International Monetary Fund report, "Energy Subsidy Reform—Lessons and Implications." The organization announced in March that it had discovered an extra $1.4 trillion in fossil-fuel subsidies that everyone else overlooked. Of that figure, the report claims, $700 billion comes from the developed world.
U.S. gasoline and diesel alone make up about half of the IMF's $700 billion in alleged subsidies. Gasoline and diesel deserve more taxation, the report says, so the IMF counts taxes that were not levied as "subsidies." Thus air pollution merits a 34-cents-per-gallon tax, according to the IMF models, while traffic accidents and congestion should add about $1 per gallon.
According to the IMF, the U.S. also should have a 17% value-added tax like other countries, at about 80 cents per gallon. The combined $350 billion such taxes allegedly would raise gets spun as a subsidy.
The assumptions behind the IMF's math have some problems. The organization assumes a social price of carbon dioxide at five times what Europe currently charges. The air-pollution damages are upward of 10 times higher than the European Union estimates. And what do traffic accidents have to do with gasoline subsidies?
Finally, the IMF effectively ignores the 49.5 cents per gallon in gasoline taxes the U.S. consumer actually pays. The models cancel out this tax, inexplicably, with an "international shipping cost." But even if you accept the IMF's estimated pollution costs and the European-style VAT, the total tax the IMF says goes uncollected comes to only about 44 cents per gallon—or less than the actual U.S. tax of 49.5 cents per gallon. The real under-taxation is zero. The $350 billion is a figment of the IMF's balance sheet.
Inaccurate information of this sort is needlessly misinforming public policy. I'm in favor of ending global fossil-fuel subsidies—and green-energy subsidies. Subsidizing first-generation, inefficient green energy might make well-off people feel good about themselves, but it won't transform the energy market.
Green-energy initiatives must focus on innovations, making new generations of technology work better and cost less. This will eventually power the world in a cleaner and cheaper way than fossil fuels. That effort isn't aided by the perpetuation of myths.
Dr. Lomborg, director of the Copenhagen Consensus Center, is the author of "How Much Have Global Problems Cost the World? A Scoreboard from 1900 to 2050" (Cambridge, 2013).
California's Green Reality Check. WSJ Editorial
ReplyDeleteA new Energy Department study shows the state's carbon emissions goals are unattainable.
WSJ, Nov 12, 2013
http://online.wsj.com/news/articles/SB10001424052702304448204579182154135387652
Governor Jerry Brown ought to be canonized as the patron saint of hopeless environmental causes. Consider a new U.S. Department of Energy study that finds that California will fall far short of its 2050 emissions goal even under the most ambitious (i.e., unrealistic) policies.
The California Air Resources Board asked the Energy Department's Lawrence Berkeley National Laboratory to analyze how various environmental policies help achieve the state's goal of reducing statewide emissions to 80% below 1990 levels by 2050. The lab's conclusion: Dream on.
Assuming California's implausible and economically damaging policies were implemented in totality—cap and trade, low carbon fuel and renewable electricity standards, zero-emissions-vehicle mandate, and more—emissions in 2050 would be virtually unchanged from today. Even if the state were to adopt more aggressive measures, emissions would exceed the state's target by 100%.
For example, the state could obtain 50% of its electricity from wind, solar, geothermal and biomass; grow its fleet of zero-emission vehicles to 17 million from 50,000 today; increase fuel efficiency to 78 miles per gallon, and expand rooftop solar generation by 800%. It would still miss its target by a green mile.
According to the study's lead researcher, Jeffery Greenblatt, California would in effect have to squeeze 90% of emissions out of every corner of its economy to meet its goal. That can't be done purely with more renewable energy, electric cars or high-speed rail. Demand for energy must also significantly be reduced. But demand is primarily driven by population and economic growth, which Sacramento can't control, try as the politicians might to reduce both.
Meantime, California is spending billions every year on electric car and rooftop solar subsidies, energy efficiency upgrades and alternative fuel development to achieve its pie-in-the-sky emissions goal. And don't forget the Governor's $100 billion bullet train, which during its first few decades will increase emissions. All of which underscores how modern environmental policies are less about solving problems than they are about indulging faith-based dreams.